Crítica Cultural

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martes, 2 de septiembre de 2014

Burdeos



Pequeño, oscuro y alejado de la popularidad que encumbra a los famosos locales de moda, este espacio es otra expresión de que la belleza está en el interior. Un interior que ha visto tocar a Matt Elliott, The Waves Pictures y Perico Sambeat entre muchos otros. Un lujo, si del paladar de unos cuantos se trata. Algunos estamos todavía preguntándonos como lo hacen, cual será el secreto para arrimarse tanto al fracaso y salir indemnes.

El caso es que en este rinconcito de Almendralejo se abre un espacio de esos que no se ve a simple vista. Sólo se manifiesta de vez en cuando, con el choque de dos formas similares de entender la realidad. Otros lo llaman ser fieles a un estilo propio, ese gran estilo que sólo con el tiempo te devuelve los frutos que ofrece la coherencia.

Dicen sus gestores que la clave está en salir de la burbuja mediática para mantener a flote un criterio independiente y alternativo. Independiente porque no responde a ninguna moda o gustos establecidos y alternativo porque se ofrece como alternativa a lo que suena machaconamente en todas las emisoras nacionales. Es el desafío para un criterio que alcanzará su plenitud con paciencia y conocimiento. Saber valorar aquello que pone en juego las capacidades que nos distinguen del resto de seres vivos. Un buscar intrépido para experimentar con las partes más perceptivas de nuestro cuerpo. Un “no todo vale” o simplemente querer ir un poquito más allá. Que la experiencia sirva para degustar cosas más sutiles, más sugerentes, propias de un disfrutar con la cultura que nos hace humanos.

Y aún así no hace falta mucho para verlos en acción. El próximo 7 de septiembre se vuelve a producir este choque que nos permite disfrutar del espacio fenoménico, dándose el cruce de la diversión con criterio y el talento de una nueva generación de jóvenes músicos. Con todos estos ingredientes nuestros famosos cocineros de Pastrana Lab, bajo la firma de su gusto por lo audiovisual, prepararán lo que en el mundillo se conoce como Por lo que sea. Una reunión de amigos en la que bajo el sello de la elegancia, entraran en escena la alternativa a lo que se ha propuesto como Siempre Así, o así siempre, es decir, otra cosa, algo diferente a lo de siempre.

Pero no residen ahí las motivaciones que han inspirado este artículo, ha sido más bien la apuesta por la cultura y el criterio en el ocio desde el ámbito privado, en este caso por parte del Salón de Teatres. Casualidad o no, ese olor que caprichoso se erige diferente, queda desde el principio plasmado en el nombre del local. Estar en un salón, esa es la sensación que sería preferible para colocarse delante de esta iniciativa. Y es que pareciese que hubiesen rescatado aquellos populares espacios de la Viena novecentista o el París de comienzos de siglo XX. Lugares para el diálogo y el intercambio de inquietudes de una generación a la que se llamó perdida.

No me resisto con tantas similitudes a comparar lo que pasó a comienzos del XX en París o Viena con lo que está pasando aquí, pero no sólo en Almendralejo. Este tipo de espacios existen también en otros puntos de nuestra geografía hispana. Quizá tenga este un mérito especial por tratarse de una zona tan hostil para la cultura como es Extremadura, pero no es nada que se haya descubierto aquí. Lo que sí han hecho estos intrépidos del Salón de Teatres es ponerse en esta frecuencia que parece está regresando después de tanta distopía en la modorra de un siglo que agonizaba nada más empezar.

¿Será entonces esta la respuesta de las generaciones mejor preparadas de la historia de nuestro país a lo que está pasando con la cultura y los espacios para una diversión y un ocio diferentes? Respondan ustedes. Klimt, Freud, Hemingway, Dos Passos y mi querido Ezra Pound entre otros, pululaban por las grandes ciudades europeas ensartados por un estado psicológico que los aprisionaba entre la Primera Guerra Mundial y la Gran depresión. En este caso no hemos sufrido ninguna guerra, todavía. Pero la depresión cultural es evidente, tan sólo hay que echar un vistazo en nuestro alrededor. Quién sabe si estos chicos que ahora frecuentan los nuevos salones no serán llamados algún día la generación perdida.

Sea como fuere el día 7 de septiembre proponen su alternativa, guste o no, se entienda o no, por lo que quiera que sea, allí estarán. Y nos han invitado a todos.




Cecilio J. Trigo.




Publicado en copelacapital

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