Crítica Cultural

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martes, 2 de septiembre de 2014

El viento que agita la cebada



Ya tenemos a todos nuestros pequeños de vacaciones. El polideportivo recibe todas las mañanas a un pelotón de chavales dispuestos a divertirse y hacer ejercicio en las actividades programadas del “campamento multideportivo de verano”. Esta estupenda iniciativa de nuestro ayuntamiento estrecha el compromiso con ese núcleo esencial que para la sociedad son las familias. De padres trabajadores son los dolores de cabeza que provocan las largas vacaciones de los infantes, que en la mayoría de casos no son  aprovechadas del todo como debieran. Pero este tipo de actividades, son la oportunidad para que los más pequeños hagan ejercicio y disfruten al aire libre. Desde aquí, el agradecimiento y el aplauso para los impulsores de esta iniciativa. Tengo siempre entre mis mejores deseos a aquellos que intrépidamente se embarcan en esa aventura que es la paternidad.

Para ellos también va dirigido mi artículo de esta quincena, una serie de lecturas recomendadas con las que me he tropezado ya mayorcito y que me han hecho tomar conciencia de lo importante que hubiese sido haberlas encontrado a su debida edad. Son harto conocidas y no creo que sorprendan a nadie. Solo téngase en cuenta que, algunos de nuestros profesores de literatura parecieran tener una filia por todo lo español, algo que quizá en algunas ocasiones nos pudiera poner contra la espada y la poesía del 27, por ejemplo. Esto puede llegar a  generar en el chaval una especie de aversión a toda la literatura universal que, en la mayoría de los casos es más irracional que otra cosa. Y es lógico, porque como decía un profesor ya retirado que tuvo el que escribe, “antes de correr, hay que aprender a andar”. Él era uno de esos profesores que iba paso a paso, por eso empezaba sus clases de física y química hablándonos de Demócrito ¡Qué profesor tan estupendo! No conseguí aprobar ninguna de sus asignaturas, sabía bien que no serían mis manos las que sostuviesen el futuro de la ciencia en el panorama nacional. El caso es que hay que ser un poco retorcido para forzar a leer a nuestros poetas vanguardistas, siendo el verso lorquiano desde mi punto de vista uno de los más bellos que ha dado nuestra literatura, sin haber pasado antes por aquellos que harán apto a nuestro entendimiento para poder disfrutar de las maravillas que veladas hay tras los versos del 27. Me refiero sin ninguna duda al Norteamericano Walt Whitman y su Hojas de hierba, probablemente uno de los mejores poetas que conocerá la historia de la humanidad. Sabiendo que él, mi querido Walt, fue uno de los primeros en desvestir a la poesía y atreverse a jugar con total libertad haciendo de ella algo digno de ser cantado cual himno nacional. Y reconociendo también en este camino hasta nuestra poesía, a la que probablemente sea la mirada más melancólica de la poesía universal: Charles Baudelaire. Que con sus Flores del Mal se acerca un poco más a una poesía que incluso quizá para el pueblo español siempre ha sido demasiado. Una poesía moderna con mayúsculas, nueva y que como Zaratustra, se adelantó al tiempo que le tocaba vivir. Simplemente por esto fusilaron a Lorca, no supieron que estaba haciendo, en qué lugar estaba poniendo lo que ahora les ha dado por llamar “marca España”. Pues bien, he aquí, que para saber apreciar ciertas cosas debiéramos educar primero a nuestro paladar, haciéndole saborear otro tipo de aromas más cercanos al corazón. Empezar por lo más puro, en este caso el padre Whitman, nos puede ayudar a valorar de una forma más certera aquello que por tradición puede parecer más cercano.

Pero este no sería el único caso, y por ello algunos de los títulos más importantes para un desarrollo correcto de la personalidad en las primeras etapas quedan fuera de los currículos académicos de nuestros colegios e institutos. Títulos que a ciertas edades pueden significar tanto como el despliegue de ciertas capacidades para con las letras, tan denostadas en estos momentos por la situación política y económica. Pero en algunos casos, no tendrá nada que ver con esto, tan sólo con el abrir espacio en mentes jóvenes que comienzan a formarse. Años complicados, en los que disponer de las herramientas necesarias, puede ayudarles a combatir las dificultades que va planteando la existencia.

Son estos propósitos los que me han puesto esta vez sobre el papel poder ofrecer, tan sólo desde mi experiencia, herramientas que encontré en mi camino cuando ya era demasiado tarde y que quizá me hubiese gustado encontrar mucho antes.

El principito de Antoine de Saint-Exupéry, es la primera recomendación con la que quiero acercarme a esos padres preocupados también por la salud mental de sus hijos.  Una de esas obras que puede leerse en una tarde pero que puede estar latiendo en el corazón de una persona durante años, porque en este caso no solo se trata de leer, sino también de comprender cuál es nuestra dignidad y condición como personas. Tesis como que “lo esencial es invisible a los ojos” hacen de esta inocente pero certera “micro-novela”, una de las herramientas más importantes para permitir que nuestros hijos, en primer lugar, se escuchen a sí mismos y seguidamente esto les permita interaccionar con su entorno en función de sus verdaderas capacidades. Puede parecer trivial, pero todas las grandes mentes de la historia de la humanidad, lo han sido porque han tenido la fortuna de saber escucharse a sí mismas, siendo esto clave para hacerles conscientes de cuáles eran las aptitudes que les permitirían realizarse hacia la felicidad.


Lewis Carroll, y sus dos cuentos: Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo. Les van a permitir no olvidar lo importante que es la imaginación en nuestro día a día. Vivimos una sociedad mediática que imagina constantemente nuestra realidad, ya sea a través del cine, la publicidad o incluso la propaganda política. Por lo que la imaginación debe tener para nuestros hijos un lugar central en su desarrollo. El matemático inglés también nos brinda muchas otras perlas que encontraremos en los recovecos de sus dos obritas, pero antes de pasar a la última recomendación, me gustaría mencionar concretamente esa virtud que señala cuando Alicia escoge el camino más largo para alcanzar su propósito, porque aunque hoy parezca al contrario, la inmediatez no es siempre la solución a todos nuestros problemas. De hecho, me atrevería a decir que nuestra incapacidad para valorar, pudiera venir provocada por esta inmediatez que parece estrujarnos la boca del estomago.


Quiero terminar con El guardián entre el centeno de Salinger, quizá para niños más creciditos. Con él, vamos a poder tomar conciencia del valor de la expresión escrita, algo que será fundamental para acercarnos a la realidad. Acercamiento, que en ciertas etapas de nuestra vida, pudiera parecer que se presenta hostil. Nada más lejos de la realidad. No hay mejor estimulante para el ser humano que la vida. Es por esto, que los que dan la vida se merecen mi más sincero reconocimiento.


Espero sirvan mis palabras.



Cecilio J. Trigo.



Publicado en copelacapital

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