Da igual
que pongas la televisión, escuches la radio o sencillamente leas un periódico.
Todos se han olvidado de ti, y es curioso, porque si les pagan es porque los
estás viendo, escuchando o leyendo. No les importas lo más mínimo, de hecho
plantéate si le importas a alguien.
Bienvenido
a la MODERNIDAD, su letrero brilla como el de un casino de las Vegas. Algunos
la han llamado POSTMODERNIDAD, pero el prefijo POST no es más que el reciclado
de la misma escoria con idéntico sabor a mierda. Un refinamiento `snob´ que
cuajó en las universidades a mediados del XX. La expresión terminológica de la
desorientación en un siglo que no hemos acertado a saber cuándo empezó y cuando
terminó, si es que realmente ha terminado. El concepto sigue siendo el mismo,
solo han cambiado el orden de las palabras, ahora leemos desde aquí hacia allí.
No soy el
primero que dice esto. He desechado cualquier posibilidad original. Poner algo
tras una pantalla no lo convierte en algo nuevo, decirlo a voz en grito no lo hace
verdad. No se oye más que un ruido molesto e incomodo. Demasiado alto, violento
en la sociedad menos violenta que ha conocido la historia de la humanidad. Te
lo están sirviendo de una forma sutil y refinada, pero han escupido en tu sopa.
Y sus buenas maneras no son porque tengas un agudo criterio, solo les importa
la estética de un diseño sencillo. Es simple, la sordera es crónica y
generalizada. Noticieros, matinales, discursos políticos, todo parece escrito
por la misma persona. Ver un telediario es como leer a Palahniuk o ver una
película porno mientras comes palomitas, como decía aquel crítico literario al
que pagaron para que comentase su novela más famosa. Pareciese que en la
sociedad en la que vivimos solo hubiese combates de boxeo por todas partes. Un
estado de guerra permanente. Un conflicto armado en cada rincón de este
humeante planeta. Las fuerzas del orden luchan contra manifestantes exaltados. La
OTAN se prepara para una ofensiva contra el terrorismo internacional. Una
epidemia virulenta arrasa países enteros. ¿Se ha roto la puerta entre la
realidad y la ficción? ¿Nos están proyectando la grabación de nuestras propias
calles? ¿Estás dormido? No lo sabes, la autoconciencia se ha convertido en un
mito desde que han localizado lo que la hacía posible. Todo parece espectáculo,
pero no lo es, ¿verdad? El mundo está convulso por la crisis de valores que
estamos sufriendo, es fácil pensar que esto solo será el transcurso hacia un
estado mejor, o ¿no?
Las distopías,
el fin del mundo, una invasión zombi, etc. Son solo cosas que pasan en las
películas, ahora quizá también en las series, pero no salen de la caja que las
proyecta. Es puro entretenimiento, ocio, una forma de desconectar después del
trabajo o el estudio. Un día cargado de noticias terribles se merece cuanto
menos una invasión zombi para que uno pueda relajarse tomando una cerveza. Los
zombis por lo menos te miran, te reconocen a través de la pantalla. Y ahí te
tienen, con el rostro desencajado, sintiendo un escalofrío por todo el cuerpo.
Acaban de devorar a un ser humano, pero es solo eso, ficción hiperreal. No ha
pasado nada más, sigo en mi sofá igual que siempre, no ha cambiado nada. Estoy
despierto, muy despierto, la excitación que provoca la sangre y esa extrema
violencia no dejarían que perdiese un ápice de la trama argumental. Pura
emoción. Tu día a día no se parece en nada a todo lo que te divierte y te hace
sentir bien. A todo lo que te hace sentir vivo, que te invita a participar de ti
mismo, de tus entrañas, de todo lo que te retuerce por dentro haciéndote sentir
miedo, deseo, excitación, un ser humano en definitiva. Eres algo que lleva impreso en su interior una
tarjeta de supervivencia y no creo que tengas que disculparte por ello. Te has
hecho a base de dolor y muerte. No, el diario es aburrido, gris. Las continuas
confrontaciones en lo mediático y en la política aburren soberanamente. `Que si
tú esto, que si tú lo otro´, juegos de niños, de niños enfermos. Enfermos por
la ceguera que provoca el egoísmo. Un egoísmo que les ha hecho olvidarse de mí.
Y aquí estoy viendo una serie…
* Esto
no es un artículo. Es la reflexión previa y espontanea de alguien que tendría
que haber escrito un artículo y no lo ha hecho.
Cecilio J.
Trigo
Publicado en Copelacapital